Dedicatoria para el alma de la Plataforma, el Voluntariado.

Soy la mesa donde apoyas los codos mirando
el plato de la impaciencia, esperando que lo
llenen de caliente para satisfacer tu hambre,
cogiendo los cubiertos para llenar el vacío de
tus manos, quizá para saciar el hambre entre
dedo y dedo, entre día y día.
Quizá nadie llene el plato, te levantes y sientas
que tienes que luchar, el aire pesa y el movimiento
del cuerpo es lento. Ya no soy la mesa, soy el botón
que aprietas en tu mente cada mañana y que corre
por tus venas a fuerza de voluntad.
Me traslado a tus ojos como lo hace el aire acariciando
tu mirada, me confundes y escapo a tu corazón
descansando en el, disfrutando de cada latido,
esperando que se tranquilice y así dar un paseo por el
ansia de una meta.
Te busco a través de tus lágrimas esperando que me cojas,
me mires, me hables, recorro las facciones de tu rostro
creando un ligero cosquilleo mientras te miras al
espejo.
A veces te olvidas de respirar como el que se olvida de
uno mismo, de repente lo haces y te sientes lleno por
unos instantes, mientras yo estaré cada día cerca de ti
para crecer al ritmo de tu corazón, yo, el voluntario.