Somos humildes sembradores.
Somos humildes sembradores,
frágiles, pobres y débiles,
muchas veces incoherentes
con nuestras vidas
a la luz con lo que enseñamos.
La semilla es tu palabra, Señor,
y en ella anida la fuerza y
la fecundidad.
Ayúdanos a hacer nuestro trabajo
con alegría y sinceridad,
admitiendo nuestras faltas
e intentando superarlas
ofreciendo nuestro esfuerzo
para que tu lo hagas crecer
y dar fruto.
Ablanda nuestros corazones duros
con la caricia de tu espíritu,
para que vivamos
según tu mandato...
amando y sirviendo a los demás,
anunciando con la vida
la semilla de tu buena noticia.
Somos humildes sembradores, Señor,
que te damos nuestros brazos,
para llevar tu palabra
y sembrarla donde tu indiques.
La semilla es tu palabra, Señor,
como la cosecha,
nosotros simplemente,
humildes sembradores.
Que así sea.